10 de marzo de 2012

El Resplandor

"Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo"
Ludwig van Beethoven, compositor alemán.






     Gracias Maestro, sabio consejo, pero me vas a permitir que lo ignore, sólo hoy, te lo prometo, porque hoy lo que menos necesito es un atronador silencio que acentúe, aún más si cabe, la extraña sensación de melancolía y soledad que me invade. Con tu permiso.

Luché, aún derrotado, contra la Distancia,
afilada daga del Espacio y del Tiempo
(que nunca tan relativos me fueron),
homicida de mil conversaciones inexistentes,
yermas, frías, inertes,
hijas no nacidas del Despertar y la Desidia.
Luché, y aún derrotado, perdí.
                                                       (Florentino Menéndez).


     Mis queridos visitantes y amigos, hoy, si pasada la medianoche observáis un extraño fulgor más allá del lejano horizonte, donde cielo y tierra parecen unirse en fraternal abrazo, salid, echáos a la calle y festejad tan insólito fenómeno. Bailad, reíd, abrazáos y besáos. Besáos como si fuera esta noche la última vez (que no lo es, tranquilos). Hacedlo en mi honor y no temáis, ese misterioso e insólito halo de refulgente luminosidad, no es más que el Resplandor producido por las ya incontables velas de mi tarta de cumpleaños.
     Nacemos -o nos nacen- y al principio nos van llevando de la manita por ese camino de flores que llamamos vida, según vamos creciendo, aumenta, a su vez, nuestra curiosidad por conocer nuevas experiencias, cuantas más mejor, hasta que se apodera de nosotros una irrefrenable sed de todo y aceleramos más y más con tal de llegar antes, desdeñando los continuos avisos de quienes antes han disputado esa carrera de obstáculos y tramposos atajos. Tal llega a ser la velocidad adquirida, que para cuando nos damos cuenta de que es un camino equivocado, ya es demasiado tarde para frenar y más tarde aún para dar la vuelta y empezar de nuevo.
Así es la vida. Y así suena:

'Variaciones en una cuerda'

 Preciosa pieza compuesta por el músico italiano Niccolò Paganini, virtuoso intérprete de violín, viola y guitarra, hasta el punto de que se decía que había pactado con el mismísimo diablo a cambio de sus extraordinarias dotes como violinista. Esta obra está basada en un tema del Moisés en Egipto, de Rossini, e interpretada al violonchelo acompañado en segundo plano por un amable piano. La ejecución se realiza íntegramente sobre la 4ª cuerda del violonchelo, de ahí su nombre.



     Se cuenta en la obra 'Edipo Rey', de Sófocles, como, desterrado de Tebas y camino de Ática, Edipo intenta convencer a la Música para que calme a las Furias quienes le persiguen tras cometer el famoso parricidio. Yo, huyendo de mis furias particulares, el Tiempo que me persigue y el Espacio que me aprisiona, la Injusticia que me repugna y mi Humanidad que me avergüenza, también busco mi refugio en la Música, y, a veces, algunas veces, no lo encuentro.

'Music for a While'

Music for a while
Shall all your cares beguile.
Wondering how your pains were eas'd
And disdaining to be pleas'd
Till Alecto free the dead
From their eternal bands,
Till the snakes drop from her head,
And the whip from out her hands.


     Y ya que resulta imposible frenar, sólo se me ocurre seguir corriendo, pero cada vez más rápido, acelerando tanto, tanto, como para superar la velocidad de la luz lo bastante como para poder retroceder en el tiempo hasta aparecer detrás de mí mismo con el único y expiatorio propósito de darme una soberana patada allí donde mi espalda pierde su casto nombre.


     Mano de santo.


     O no.







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