"Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona".
Mignon McLaughlin, periodista estadounidense.
"Decíamos ayer"...
Ayer, hace ya más de cuatro meses, os hablaba de la otra cara, del lado oscuro del amor, con gran tristeza tras haber empezado el año con una muy desagradable noticia que unida a otras posteriores de parecida y dolorosa índole me han mantenido alejado de cualquier actividad que implicara el menor esfuerzo creativo, osea, in albis, en estado de suspensión, Knock Out. Amores agotados, traicionados, arrebatados, amputados; amores sometidos a la más dura de las pruebas: la condición humana, con sus debilidades, sus miserias o sus trágicos destinos, pero, al fin y al cabo -débil consuelo-, aunque cercanos, amores ajenos.
Un largo periodo de reflexión, de dudas, de preciosas ideas concebidas y nonatas por la desidia; algunas jamás verán la luz en estas páginas, arrojadas al oscuro inframundo de la papelera (de reciclaje, dicen); otras, las menos, duermen custodiadas en el laberinto menguante y finito de una frágil, y cada vez más selectiva, memoria por mis fieles y fértiles musas, últimamente tan asustadas y estériles, acosadas por nuestro mayor enemigo, el Tiempo y los golpes con que éste, falso aliado de la Vida, va quebrando mi alegre espíritu.
Una gran fiesta para Año Nuevo, otra de Reyes, la del Día de los Enamorados, mi cumpleaños y algunas entradas no habituales se han quedado en el camino, algunas podrán reciclarse, otras se perderán para siempre, como lágrimas en la lluvia..., ¡huy!, que el que me pierdo soy yo, ésto ya tiene padre.
Pero, en medio de tanta oscuridad, ha sido el mismísimo Amor quien ha vuelto triunfante a mi rescate, eso sí, con doce días de retraso, una nimiedad que no le tendremos en cuenta conocida la ferocidad bélica del cruel Cronos.
Y es que, mis queridos amigos y lectores (inclúyanse los amantes de la @ o del -es/-as), hoy, perdón, hace doce días, el 7 de junio, celebraban quien suscribe y quien con él suspira, su 8º ANIVERSARIO DE BODA o, lo que viene a ser lo mismo, sus BODAS DE BRONCE.
Sí, hace ya ocho años -cortos años, a toro pasado-, y no muchos más, que aquella joven, bella y esbelta (vale, sí, de vez en cuando me lee, shhhh...), de sedosos cabellos y enigmática mirada (que luego desenigmatizaríase con la debida prescripción del uso de lentes correctoras que, por otro lado, realzan su ya conocida belleza y esbeltez, además de su cautivadora y alegre personalidad), lanzóme, muy gallarda ella, dos saetas envenenadas tal que así:
-ÁMAME, Y VERÁS...
Amame, e vederai...
(Niobe):
Amami, e vederai
Amami, e vederai
ch’Amor non ha più stral,
vibrolli tutti al seno mio per te.
In quei tuoi vaghi rai
è l’ardor mio fatal,
né v’è fede, che sia pari a mia fé.
(Niobe):
Ámame, y verás
Ámame, y verás
que Amor no tiene ya más flechas,
las lanzó todas a mi pecho por ti.
En esos hermosos ojos tuyos
se encuentra mi ardor fatal;
y no hay fidelidad que iguale a la mía.
Agostino Steffani |
Precioso numero de la ópera en tres actos Niobe, Regina di Tebe, del compositor barroco Agostino Steffani, rescatado de un injusto olvido gracias a lanzamiento en 2012 del disco Mission, una excelente muestra de buena parte de la obra del citado maestro italiano. Excelente disco del que ya os he ido dejando algunas joyas en estas páginas, protagonizado por la infatigable mezzosoprano Cecilia Bartoli, musicalmente acompañada por el grupo I Barocchisti bajo la batuta de Diego Fasolis, además de, como podréis comprobar en el siguiente vídeo, magníficamente enfrentada en varios duetos al contratenor francés Philippe Jaroussky.
Lo cierto es que, tras una primera impresión, no supe si tomármelo como un reto o una velada amenaza, así que opté por lo primero, que es lo que tenía más a mano; y ya, desde entonces, aquello fue un no parar...
T’abbraccio, mia Diva...
(Creonte):
T’abbraccio, mia Diva,
ti lego al mio cor.
Mia vita è il tuo lume,
mia gioia è il tuo ardor.
(Niobe):
Ti stringo, mio Nume,
ti lego al mio cor.
Tua luce m’avviva,
mia gioia è il tuo ardor.
(Creonte):
Te abrazo, mi Diosa,
te ato a mi corazón.
Tus ojos son mi vida,
tu ardor es mi dicha.
(Niobe):
Te estrecho contra mí, mi Dios,
te ato a mi corazón.
Tu luz me da vida,
tu ardor es mi dicha.
He aquí el vídeo con el dueto prometido, también perteneciente a la ópera Niobe, Regina di Tebe, con libreto de Luigi Orlandi, basado en el mito griego de Niobe, la valiente pero también orgullosa Reina de Tebas, cuya soberbia la llevó a ser cruelmente castigada por los dioses con el exterminio de su numerosa progenie, dramática historia que dejo en suspense a fin de suscitar la curiosidad del ávido lector. Pobres griegos de Grecia, hay que ver qué dioses les tocaron...
Los hijos de Niobe (1772) - Jacques-Louis David |
El Vals, de Morgan Weistling |
Doe Eyes
-Ojos de gacela-
-Ojos de gacela-
Clint Eastwood y Lennie Niehaus |
Versión para piano solo del tema principal de Los puentes de Madison, película dirigida en 1995 por Clint Eastwood, colaborador también junto a su compositor habitual desde 1984, Lennie Niehaus en la banda sonora de ésta y muchas de sus películas. Niehaus comenzó su carrera como destacado saxofonista en el mundo del jazz, llegando a ser un reconocido y premiado compositor y arreglista, intercalando esta labor con la de compositor de bandas sonoras para cine y televisión, hasta que en los años 80 abandona el mundo del jazz para convertirse en una de las estrellas más importantes de Hollywood, creador de numerosas y célebres bandas sonoras, destacando entre todas ellas sus colaboraciones con el mencionado Eastwood.
Y ahora debo dejaros, tengo una cita con el Sr. Beyer, un hombre muy metódico, de quien espero que me mantenga entretenido durante mucho, mucho tiempo, y que al mismo ídem me tenga un poco alejado de las redes sociales e incluso de este blog, al que no pienso renunciar; pero nuevas ilusiones, nuevos proyectos, exigen algunos sacrificios. Ahora a algunos os pica la curiosidad por saber quién demonios será el tal Sr. Beyer, pues nada, ya tenéis otra razón más para entreteneros investigando cuando hayáis terminado de asombraros con la trágica historia de la Reina Niobe, chula como ella sola. Así le fue.
Vale, os doy una pista:
Os he dado UNA razón para conocer al Sr. Beyer...
Yo tengo 88.
Entre manos.
Fácil.
The Secret (1825) - William-Adolphe Bouguereau. |