"Donde el alma no trabaja junto con las manos, ahi, no hay arte"
(Leonardo Da Vinci)
Después de haber colgado definitivamente los hábitos y mientras mi ser era disputado en cruel lid por el aburrido Camino del Bien y las tentadoras Fuerzas del Mal, habíamos llegado, al final del capítulo anterior, a un punto del camino en el que no era nada propicio pararse a descansar. Debía seguir avanzando, pero ¿hacia dónde?
Mientras tanto, yo seguía yendo a estudiar, y destaco lo de yendo porque eso era lo que hacía, ir. Estudiar, lo que se dice estudiar, más bien poco. Del diccionario de mis pensamientos, aliados con mi fértil e inquieta imaginación, parecían haber sido borrados términos tales como disciplina, deber, concentración y todos sus sinónimos posibles, sin embargo en aquello que lograba captar mi dispersa atención era un fenómeno, con mucho gusto y poco esfuerzo lograba excelentes calificaciones y además me gustaba.
Qué placer llegar a casa y ante la pregunta de rigor sobre qué tal habían ido los exámenes, poder responder ¡dos sobresalientes! ¿y lo demás? ¡uno en francés y otro en latín...! A mi madre oír aquello debió hacerle pensar ¿francés, latín? pero qué portento de hijo tengo, ya lo veo de diplomático en alguna embajada o haciendo oposiciones a notarías o a registrador de la propiedad o a ¡ministro! Y aquella noche cenabas como si llevaras sin comer desde la guerra. La de Troya. Y a la mañana siguiente te despertaba a medio día trayéndote un imperial desayuno a la cama, toma hijo mío, necesitas vitaminarte y mineralizarte, ¡tienes tanto que estudiar! Te he comprado un regalo con el dinero de la beca para que puedas preparar mejor ese maravilloso futuro que vislumbro para tí, Pitagorín.
Y sí, mi madre, con toda la buena voluntad que puede tener una madre, en pleno apogeo de aquella cosa que no hacía mucho tiempo que había nacido y que hoy llamamos informática, tuvo la gran idea de regalarme una preciosa y portátil máquina de escribir.
"La máquina de escribir"
Inolvidable escena de la película "Lío en los grandes almacenes" (Who's minding the store?) del año 1963, en la que el gran Jerry Lewis simula escribir a máquina sobre la música de "La máquina de escribir" que trece años antes había sido compuesta por el músico estadounidense Leroy Anderson. No es broma, se trata de una miniatura para máquina de escribir y orquesta, dirigida e interpretada en innumerables ocasiones por renombrados directores y solistas por todo el mundo (en internet hay varios vídeos de muestra), hasta el punto de haberse llegado a fabricar máquinas de escribir adaptadas, con teclas que reproducen las notas musicales y con timbre o campana y carro especiales.
Cuando vi por primera vez esta escena, no sé porqué, empecé a distanciarme poco a poco de aquella máquina, eso sí, conseguí aprender a escribir con todos los dedos, algo que hoy en día puedo valorar positivamente, me facilita enormemente la tarea de escribir lo que estáis leyendo, pero eso fué todo y estaba escrito que, tarde o temprano, pondría fin a mi relación con doña Olivetti y, por supuesto, a las aspiraciones maternas sobre mi carrera diplómatica.
No tardé mucho en descubrir mi verdadera vocación, gracias al enorme empeño que puse en dedicarme exclusivamente a pensar en ello, debo decir que con gran esfuerzo por mi parte. Estar todo el santo día tumbado en el sofá delante de la tele fue algo muy duro. Por fin, tras seis largos años de calvario un buen día escuché aquella canción tan... iluminadora:
"Amigo conductor"
A todos los conductores
mi voz sirva de compaña
y al ritmo de los motores
por vuestra ruta de España.
Y le pido a San Cristóbal,
vuestro patrón tan divino,
que con sus manos os guíe
salvos a vuestro destino.
Precaución amigo conductor
la senda es peligrosa,
y te esperan tu madre o esposa
para darte su abrazo de amor.
Precaución amigo conductor,
tu enemigo es la velocidad,
acuérdate de tus niños
que te dicen con cariño,
no corras mucho papá.
Pulso firme en el volante,
al peligro desafía,
tu lema es siempre adelante
sin descansar noche y día,
pero al fin de la jornada
te esperan con alegría
y te llenará de orgullo
al decir mision cumplida.
Precaución amigo conductor
la senda es peligrosa,
y te esperan tu madreo esposa
para darte un abrazo de amor.
Precaución amigo conductor,
tu enemigo es la velocidad
acuérdate de tus niños
que te dicen con cariño,
no corras mucho papá.
Homenaje a mi amigo conductor,
es mi canto un homenaje,
le deseo de corazón,
buena suerte y buen viaje...
mi voz sirva de compaña
y al ritmo de los motores
por vuestra ruta de España.
Y le pido a San Cristóbal,
vuestro patrón tan divino,
que con sus manos os guíe
salvos a vuestro destino.
Precaución amigo conductor
la senda es peligrosa,
y te esperan tu madre o esposa
para darte su abrazo de amor.
Precaución amigo conductor,
tu enemigo es la velocidad,
acuérdate de tus niños
que te dicen con cariño,
no corras mucho papá.
Pulso firme en el volante,
al peligro desafía,
tu lema es siempre adelante
sin descansar noche y día,
pero al fin de la jornada
te esperan con alegría
y te llenará de orgullo
al decir mision cumplida.
Precaución amigo conductor
la senda es peligrosa,
y te esperan tu madreo esposa
para darte un abrazo de amor.
Precaución amigo conductor,
tu enemigo es la velocidad
acuérdate de tus niños
que te dicen con cariño,
no corras mucho papá.
Homenaje a mi amigo conductor,
es mi canto un homenaje,
le deseo de corazón,
buena suerte y buen viaje...
Perlita de Huelva, nombre artístico de Antonia Hernández Peralta, famosa cantante española que desde muy niña se subió al escenario llegando a trabajar junto a otros grandes artistas como Lola Flores, Juanito Valderrama o Marifé de Triana y que con esta canción obtuvo su mayor éxito. Destacada intérprete de cante flamenco, especialmente de los fandangos de Huelva, con numerosas y excelentes grabaciones discográficas. Actualmente vive en Madrid ya retirada de los escenarios.
Sí, por fin una profesión a mi medida. La posibilidad de realizar un trabajo en el que los viajes, las aventuras y el riesgo eran ingredientes consustanciales era algo demasiado atractivo, ser un caballero de la carretera, un nómada solitario, un fantasma errante sin destino fijo, hizo nacer en mí un deseo, el deseo, aquel deseo:
Yo para ser feliz quiero un camión.
Yo para ser feliz quiero un camión.
Llevar el pecho tatuado,
en camiseta mascar tabaco,
yo para ser feliz quiero un camión.
Yo para ser feliz quiero un camión.
Yo para ser feliz quiero un camión.
Escupir a los urbanos,
a mi chica meter mano, y
o para ser feliz quiero un camión.
Yo para ser feliz quiero un camión.
Yo para ser feliz quiero un camión.
Escupir a los urbanos,
a mi chica meter mano,
yo para ser feliz quiero un camión.
Quiero un camión... Quiero un camión...
José María Sanz, más conocido como Loquillo, cantante español que junto al grupo Los Trogloditas alcanzaron el éxito allá por los años 80 y en cuyo primer disco "El ritmo del garaje" se incluía esta preciosa canción, aunque la estupenda versión que aquí incluyo está acompañado, y muy bien, por cierto, por la singular Alaska y por el compositor y cantante Jaime Urrutia, ambos verdaderos iconos de la llamada "movida madrileña" que supuso que los 80 se convirtieran en la mejor época de creación musical en España.
Un deseo que, por supuesto, tardó en cumplirse. ¿Cómo empezar? Desde luego, por el principio, partiendo de cero. Y la respuesta me la dió, una vez más ese maldito invento llamado televisión. Ante ella estaba yo una tarde, en mi postura habitual sobre el sofá, rumiando toda esta coyuntura, mirando sin ver o viendo sin mirar, no sé, a un joven David Carradine caminando descalzo, con las botas colgadas del hombro (supongo que para no gastarlas) por un abrasador desierto. Abrasador para él, para mí fue, más bien revelador.
Y lo encontré. O quizá me encontró él a mí. Gran trabajador, él, no yo. De nombre Teófilo, aunque, entre nosotros, aquí le llamaremos... hum... no sé, por ejemplo... ¡Toño! ya sabéis, por eso de la privacidad. En fin, para no extenderme mucho os diré que de él aprendí todo lo que sé de este trabajo y que juntos, formamos por unos años un gran equipo. Éramos, con mucha diferencia, los mejores.
Pero los tiempos cambian, ya nada es como era. Naturalmente ahora cabalgo en solitario, siempre de noche y, sí, creedme, me gusta. Pero ya no es lo mismo, la globalización, las multinacionales, no sé, todo va a peor, el romanticismo que alguna vez pudo tener esta profesión se ha perdido, conceptos como camaradería y compañerismo han desaparecido lenta pero inexorablemente. Ahora sólo cuentan el cronómetro y las prisas. Todo se ha ido deshumanizando.
Y mientras tanto sólo queda ir resistiendo lo que podamos, acompañar al enfermo en su agonía, sí, es terminal, y, en mi caso, seguir soñando qué quiero ser cuando sea mayor:
Old & Wise
As far as my eyes can see
There are shadows approaching me
And to those I left behind
I wanted you to know
You’ve always shared my deepest thoughts
You follow where I go
And oh when I’m old and wise
Bitter words mean little to me Autumn winds
will blow right through me
And someday in the mist of time
When they asked me if I knew you
I’d smile and say you were a friend of mine
And the sadness would be lifted from my eyes
Oh when I’m old and wise
As far as my eyes can see
There are shadows surrounding me
And to those I leave behind
I want you all to know
You’ve always shared my darkest hours
I’ll miss you when I go
And oh, when I’m old and wise
Heavy words that tossed and blew me
Like autumn winds that will blow right through me
And someday in the mist of time
When they ask you if you knew me
Remember that you were a frined of mine
As the final curtain falls before my eyes
Oh when I’m old and wise
As far as my eyes can see ...
Auténtico himno a la amistad, Old & Wise es una de las más bellas y conocidas canciones del grupo británico Alan Parsons Project, que desde mediados los años 70 hasta los 90 destacaron por la enorme calidad de sus obras, de excelente producción y gran belleza, muchas de ellas consideradas hoy en día auténticas obras de culto.
Llegar a viejo sólo es cuestión de tiempo. Cada vez menos. Llegar a sabio, también. Claro, entendiendo sabiduría como la suma de experiencias vividas, de todos los conocimientos que hemos ido absorbiendo como esponjas y sabido clasificar o desechar convenientemente.
Pero mientras voy camino de alcanzar el nirvana, os diré que me guardo un as en la manga, un plan B por si el fin del transporte se precipita. He realizado un estudio de mercado, analizado pros y contras, evaluado posibles riesgos y sumando todo ello a las conocidas cualidades con que la madre naturaleza me ha dotado, estoy en condiciones de deciros que me auguro un futuro prometedor. No os lo puedo revelar porque podrían pisarme la idea, pero a vosotros, mis queridos visitantes no puedo negaros una pequeña pista. Si estáis aquí es que sois lo suficientemente inteligentes como para que no os pase desapercibida.
"Just a Gigolo"
Lo dicho, futuro prometedor. Seria muy bueno llegar al final de mi camino acompañado de todos vosotros, os prometo que algún día os contaré como me ha ido en mi futura aventura empresarial.
O no.