"La fuente de todas las miserias para el hombre no es la muerte, sino el miedo a la muerte".
Epicteto, filósofo griego.
Hola de nuevo, amigos.


Y ya si más os dejo con un relato que aunque ya lo tenía publicado, le he hecho unos pequeños arreglos y ha quedado como nuevo:
Las impertinencias de la Muerte.
—¡Espera! —grité al verla pasar de largo, sorprendido y, al mismo tiempo, arrepentido de aquella imperativa orden mucho antes de haberla terminado de pronunciar.
Ella se detuvo en seco, a escasos metros de donde yo me encontraba petrificado por el miedo, Qué quieres, preguntó, y sin ni siquiera volverse para mirarme pronunció un condescendiente no es a ti a quien busco. Su voz era profunda, grave, aunque dulce y femenina, casi maternal, mas carente de emoción alguna, monótona; una voz que parecía arrastrar en cada sílaba el peso de todos los pecados del universo habidos y por haber; una voz de quien, a su vez, todo esto parecía importarle muy poco, por no decir nada. Lo sé, conseguí responder, me lo imaginé al verte pasar de largo... como tantas veces, me aventuré a decir con creciente remordimiento, clamando por que no se lo tomara como un desafío; Qué quieres decir, la misma voz, inmutable, como su mayestática pose, inspiré profundamente y tras conseguir tragar saliva me lancé a la piscina: Verás, ya son muchas las noches, como esta, en las que te veo pasar a mi lado, a veces casi rozándome, y cuando consigo recuperar el color y el resuello al ver que has pasado de largo, no puedo evitar la sensación de sentirme imbuído por un cierto halo de... de inmortalidad.. No sé si fueron segundos u horas el tiempo que esperé luchando por no desviar la mirada de ella que aún permanecía de espaldas a mí, hasta que girando casi imperceptiblemente su encapuchada cabeza, pareció mirar y hablarle a su propio hombro; pero no, fue a mí a quien dirigió aquella lacónica sentencia:
—Ya, pues no te hagas ilusiones —y siguió su camino.
Requiem: Tuba mirum.
Tuba mirum spargens sonum,
per sepulcra regionem,
coget omnes ante thronum.
La trompeta, esparciendo su asombroso sonido
por los sepulcros de todas las regiones,
reunirá a todos ante el trono.
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Giuseppe Verdi |
Este sobrecogedor Tuba mirum pertenece a la Misa de Requiem compuesta por Giuseppe Verdi en 1874, tras la muerte de su compatriota, amigo y colaborador Alessandro Manzoni, célebre poeta y escritor milanés. Y fue en Milán, en la Iglesia de San Marcos, el día del primer aniversario de la muerte del poeta, donde se estrenó con un rotundo éxito esta inmortal obra de la que tengo una especial querencia ya que fue la primera obra que pude escuchar en directo, aunque sólo fue durante un ensayo. Fue allá por 1988, un servidor, que se encontraba cumpliendo, con gran orgullo y decreciente satisfacción, su servicio militar en Madrid, fue llamado junto a toda su Compañía nº 11 de la Policía Militar a cumplir con la arriesgada misión de hacer bulto como público para la realización de las pruebas de sonoridad en el, por aquel entonces, recién construído Auditorio Nacional de Música, en la calle Príncipe de Vergara. Allí estaban la Orquesta y Coro Nacional de España bajo la batuta de su director titular Jesús López Cobos, quienes además de hacer explotar unos cuantos petardos de prueba, nos deleitaron con algunos números de esta grandiosa obra, no recuerdo si se interpretó este Tuba mirum, pero lo que no se me olvidará nunca fue la primera impresión que me causó el tremendo Dies Irae que le precede en la partitura y que me reservo para otra ocasión.
Y ya os dejo tranquilos, mañana hay elecciones y seguro que tenéis mucho que reflexionar.
O no.