"La fuente de todas las miserias para el hombre no es la muerte, sino el miedo a la muerte".
Epicteto, filósofo griego.
Hola de nuevo, amigos.
Ayer le he enviado un guásap a mi querida sobrina Mari Beyoncé con la esperanza de que me salvara un fin de semana de sequía creativa -sí, tan desesperado estaba, no hace falta hacer sangre de ello, ¿no?-, tras mi Hola Maribé, ¿quieres venir a pasar el finde?, ya he reparado el karaoke para que imites a tu adorada Rihanna, y pensaba hacerte sandgüiches de 6 pisos, que tanto te gustan, llegó su Ola k ase tito guapo n puido heta semana ay esanemes i tng kestudiar lenguage y litiratura kes mu difizil hotro dia vesos tkm (emoticonos de besitos, besitos. besitos. corazón, corazón, corazón, los 3 monitos y bailarina, bailarina, bailarina).
Así que hoy os presento a Divina de la Muerte, otro de mis personajes, al cual tenía medio abandonado en la sección notas de esa red social venida a menos que todos sabemos; al parecer se ha cansado de ser un personaje en busca de acción -algo que no acabo de entender dado que siempre se está quejando del exceso de trabajo... o quizá sea de la falta de descanso, que aunque parece lo mismo, no lo es- y ha decidido dar el salto al estrellato. Vendrá de vez en cuando a contarnos algunas de sus aventuras, en microrrelatos, poemas, críticas, chascarrillos, chistes malos etc; no le falta humor, ni mala baba, puede ser tan gélida como cursi hasta la náusea, irónica, mordaz, simpática, borde, cruel o la más tierna de las criaturas; viene tan segura de sí misma que ayer mismo se ha abierto una cuenta en Twitter, @mellamodivina, no temáis seguirla y sobretodo no temáis que os siga, en su segundo tuit, lo deja muy claro:
Y ya si más os dejo con un relato que aunque ya lo tenía publicado, le he hecho unos pequeños arreglos y ha quedado como nuevo:
Las impertinencias de la Muerte.
—¡Espera! —grité al verla pasar de largo, sorprendido y, al mismo tiempo, arrepentido de aquella imperativa orden mucho antes de haberla terminado de pronunciar.
Ella se detuvo en seco, a escasos metros de donde yo me encontraba petrificado por el miedo, Qué quieres, preguntó, y sin ni siquiera volverse para mirarme pronunció un condescendiente no es a ti a quien busco. Su voz era profunda, grave, aunque dulce y femenina, casi maternal, mas carente de emoción alguna, monótona; una voz que parecía arrastrar en cada sílaba el peso de todos los pecados del universo habidos y por haber; una voz de quien, a su vez, todo esto parecía importarle muy poco, por no decir nada. Lo sé, conseguí responder, me lo imaginé al verte pasar de largo... como tantas veces, me aventuré a decir con creciente remordimiento, clamando por que no se lo tomara como un desafío; Qué quieres decir, la misma voz, inmutable, como su mayestática pose, inspiré profundamente y tras conseguir tragar saliva me lancé a la piscina: Verás, ya son muchas las noches, como esta, en las que te veo pasar a mi lado, a veces casi rozándome, y cuando consigo recuperar el color y el resuello al ver que has pasado de largo, no puedo evitar la sensación de sentirme imbuído por un cierto halo de... de inmortalidad.. No sé si fueron segundos u horas el tiempo que esperé luchando por no desviar la mirada de ella que aún permanecía de espaldas a mí, hasta que girando casi imperceptiblemente su encapuchada cabeza, pareció mirar y hablarle a su propio hombro; pero no, fue a mí a quien dirigió aquella lacónica sentencia:
—Ya, pues no te hagas ilusiones —y siguió su camino.
Requiem: Tuba mirum.
Tuba mirum spargens sonum,
per sepulcra regionem,
coget omnes ante thronum.
La trompeta, esparciendo su asombroso sonido
por los sepulcros de todas las regiones,
reunirá a todos ante el trono.
Giuseppe Verdi |
Este sobrecogedor Tuba mirum pertenece a la Misa de Requiem compuesta por Giuseppe Verdi en 1874, tras la muerte de su compatriota, amigo y colaborador Alessandro Manzoni, célebre poeta y escritor milanés. Y fue en Milán, en la Iglesia de San Marcos, el día del primer aniversario de la muerte del poeta, donde se estrenó con un rotundo éxito esta inmortal obra de la que tengo una especial querencia ya que fue la primera obra que pude escuchar en directo, aunque sólo fue durante un ensayo. Fue allá por 1988, un servidor, que se encontraba cumpliendo, con gran orgullo y decreciente satisfacción, su servicio militar en Madrid, fue llamado junto a toda su Compañía nº 11 de la Policía Militar a cumplir con la arriesgada misión de hacer bulto como público para la realización de las pruebas de sonoridad en el, por aquel entonces, recién construído Auditorio Nacional de Música, en la calle Príncipe de Vergara. Allí estaban la Orquesta y Coro Nacional de España bajo la batuta de su director titular Jesús López Cobos, quienes además de hacer explotar unos cuantos petardos de prueba, nos deleitaron con algunos números de esta grandiosa obra, no recuerdo si se interpretó este Tuba mirum, pero lo que no se me olvidará nunca fue la primera impresión que me causó el tremendo Dies Irae que le precede en la partitura y que me reservo para otra ocasión.
Y ya os dejo tranquilos, mañana hay elecciones y seguro que tenéis mucho que reflexionar.
O no.
Has sido rápido en publicar el post, que esperaba.
ResponderEliminarBeyoncé, sigue con las suyas, ja, ja, ja!
Una sorpresa, 'Divina de la muerte', "encantada ..."
Gracias!! Eres un genio del relato. :)
Gracias a ti por estar siempre ahí y por tanto elogio. Besos de Maribé.
Eliminar¡Hola! Vaya, interesante personaje este de Divina de la muerte. Tengo ganas de saber de ella ;) La seguiré en twitter.
ResponderEliminarPor cierto, un relato fantástico que no había leído.
¡Un abrazo! :D
Muchas gracias, Carmen. Divina volverá, y el relato está basado en sueños reales.
EliminarUn abrazo.
Me parece genial divina de la muerte tendrá esas chispita que muchas veces nos sale del alma,,, jejeje la seguiré tengo curiosidad,, q pena tu sobrina se perdió ese sandwinchhh??? tienes que cambiar de sobrina,, Que tengas buen finde xDD
ResponderEliminarGraciassss, ¿cambiar de sobrina, ahora que se aze rresponsavle?
EliminarBuen finde, un abrazote.