"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera"
Pablo Neruda (poeta chileno).
Ha llegado la primavera, la estación que casi todo el mundo espera con ansiedad casi enfermiza, cual Mesías redentor de todos los males que la oscuridad invernal parece recrudecer y portador de la Luz salvadora e iluminadora de insondables pero sugestivos caminos hacia todo tipo de parabienes, gozos y felicidades varias.
Sí, la primavera ha venido y nadie sabe como ha sido y mientras se va instalando veremos como, poco a poco, los cielos irán cambiando de un radiante, espléndido y casi balsámico gris plomizo a un cegador, engatusador e incitante azul intensamente vivo; los campos, los bosques, los parques y hasta las ciudades se llenan de colores luminosos, colores pastel, colores eléctricos, colores chillones; de insectos y otros bichos, hambrientos, reptantes, zumbadores, saltarines, pegajosos; de pícaros pajarillos que con sus estruendosos y seductores trinos prometen qué tal si te invito a cenar en mi nuevo nido y tú me preparas el desayuno, cuando realmente buscan pupila facilona para un aquí te pillo, aquí te mato y a otra cosa golondrina, digo mariposa; y de niños, decenas, cientos, miles, millones de niños, más coloridos, zumbones, saltarines, pegajosos y chillones que todo lo anterior junto y te entran unas ganas de...
Bueno, da igual, porque una mezcla de desidia e indolencia, de desmadejamiento generalizado, te hace reflexionar: si aquel tal Herodes no hizo bien su trabajo en su momento, no lo voy a hacer yo ahora. Si es que no hay voluntad...
Relajémonos de tanta tensión con un poco de música de la buena, de la que gusta a todo el mundo, ¿hay alguien por ahí que no conozca esta maravilla, o que sin conocerla, no la haya escuchado o al menos oído alguna vez?
La primavera (Allegro)
Acabáis de escuchar el primer movimiento del Concierto nº 1 para violín, cuerdas y contínuo en Mi, más conocido como La Primavera, que forma parte de la archiconocida obra Las 4 estaciones, del prolífico compositor y virtuoso violinista italiano Antonio Vivaldi, obra que a su vez forma parte de "Il cimento dell' armonia e dell'inventione". En este primer Allegro la orquesta anuncia la llegada de la primavera con una alegre melodía que se repite como un eco, dando entrada al violín solista que acompañado de otros dos violines imitan el canto de los pájaros; nuevo tema sugiriendo el correr del agua en una fuente y vuelta del solista anunciando una previsible tormenta para terminar con una nueva aparición del tema principal o ritornello con repetición. Magistral ejemplo de lo que se conoce como música descriptiva.
Sí, la primavera, con sus colores, olores, sonidos, pero también con las alergias y esa cosa llamada astenia primaveral que año tras año te hace sentir como si llevaras el peso del mundo sobre los hombros. A mi me invade tal sensación de no-sé-qué que qué-sé-yo, de malestar, de pesadez, de desazón, que hace que me piense hacer cualquier cosa dos veces, sí, y sólo dos, porque como sabéis, a la tercera va la vencida y uno en tal estado de inanición física y mental no está por la labor, por ninguna labor.
Es lista la astenia esa, sí. Me aletarga, me adormece, nubla todos mis sentidos y si en algún leve soplo de dignidad y autoestima me descubre intentando aferrarme al refrán "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", no sé como lo hace, pero siempre acabo abrazado al "más vale tarde que nunca". Y si un día, raro día, me levanto con ganas de hacer algo, ella me convence para que me siente hasta que se me pasen. Si, al menos tuviera fuerzas, cantaría aquello de:
"Mañana por la mañana
no me levanto
y por la tarde tampoco
y dicen que soy un vago..."
...pero como no las tengo sigamos escuchando La primavera, ahora el segundo movimiento, un arrullador, casi estupefaciente Adagio, no porque aburra, sino porque te hace sentirte tan en la Gloria, que apetece dormirse para no despertar jamás.
La primavera (Largo)
En este segundo movimiento de La primavera son los violines quienes exponen el tema principal sugiriendo la tranquilidad de un pastor que sestea apaciblemente a la sombra de un árbol, mientras la repetición de dos notas a cargo de la viola, imita los ladridos de su perro.
Con la llegada de lo que vosotros llamáis buen tiempo todo el mundo se echa a la calle, con ansia, con hambre de sol y de fiesta a celebrar cualquier cosa celebrable. Además, vuestros ilusorios días se alargan a costa de mis melancólicas, casi luctuosas pero siempre fértiles noches; vuestros vestidos ya no cubren, descubren, sedosas y aún inmaculadas pieles y vertiginosos, casi abisales escotes, a costa de previsibles desprendimientos retinianos, tortícolis varias y cardiopatías, más que congénitas, congenitales. Empiezan a celebrarse fiestas populares por doquier, la del santo o virgen de turno, la de la cosecha, la del vino, la de aquella estrella lejana, si hombre sí, mira, allá arriba a la izquierda, ¿la ves? ¡esa misma! El caso es que haya algo que celebrar y si no lo hay se inventa. ¡Camarero, dos cervezas! ¡Y otra de gambas! ¡Oído cocina!
La primavera (Allegro)
En el tercer y último tema, se nos quiere mostrar con una alegre y muy conocida danza pastoril el regocijo de los pastores que junto al las ninfas danzan sobre los verdes campos bajo un espléndido cielo azul.
Nigel Kennedy |
Me parece de justa y obligada mención añadir que habéis podido escuchar una de las mejores versiones de Las 4 estaciones, de las muchas que se hicieron, grabada en el año 1989 para mayor gloria del británico Nigel Kennedy, descendiente de una familia de gran prestigio en el mundo de la música, aventajado alumno del gran Yehudi Menuhin, virtuoso violinista y violista y heterodoxo tanto en imagen como en las formas. Todo un personaje. Todo un genio. Genio y figura.
Hablar de la primavera sin hacer mención al amor sería como cocinar pato a la naranja sin pato. Vale, pues a mi no me gusta comer patos y me encantan las naranjas, así que, en vez de loar y ensalzar los beneficiosos (y a veces benéficos) efectos del amor os voy a prevenir contra él.
Bueno, en realidad contra él no, bienvenido sea, me refiero a que estéis alerta, a que sepáis distinguir entre el latir de un corazón enamorado o el canto seductor de una sirena, preguntadle a Ulises y sino, recordad lo que le pasó al bíblico Sansón al dejarse atrapar en las redes de la malévola filistea Dalila. Estad alerta, hay muchas Dalilas (y Dalilos) acechando por ahí. Siendo justos con el pobre Sansón, si veis el siguiente vídeo y escucháis la hermosa canción, enseguida comprenderéis su debilidad. Los fotogramas pertenecen a la película "Sansón y Dalila" rodada en 1949 por Cecil B. DeMille e interpretada por el hierático actor Victor Mature y la bellísima actriz Hedy Lamarr.
El hermoso aria, en voz de la gran soprano María Callas (foto), es parte de la ópera "Sanson et Dalila" del compositor parisino Charles Camille Saint-Saëns y en ella la hermosa filistea Dalila intenta seducir al forzudo israelita Sansón, pesadilla de leones filisteos y de filisteos fieros como leones, interpretando una conmovedora canción titulada Printemps qui comence, algo así como Comienza la primavera. Disfrutadla con detenimiento, os aseguro que merece la pena. El vídeo lo he hecho en gran formato, podéis verlo en pantalla completa haciendo click en la esquina inferior derecha.
Printemps qui comence
(Samson et Dalila)
Comienza la primavera
llevando esperanza
a los corazones enamorados,
tu aliento al pasar
borra de la tierra
los días desgraciados.
Todo arde en nuestras almas,
y la dulce llama
viene a secar nuestras lágrimas;
vuelven a la tierra,
por un dulce misterio,
las frutas y las flores.
¡En vano soy hermosa!
Mi corazón lleno de amor
llora por su traidor
esperando su regreso.
Viviendo de esperanza
mi corazón desolado
vive recordando
la felicidad pasada.
Al caer la noche
iré, triste, enamorada,
a sentarme junto al río,
esperaré llorando,
ahuyentando mi tristeza,
a que él regrese,
y tendrá toda mi ternura
y la dulce embriaguez
de un amor ardiente
que aguarda su regreso.
Pocas veces quedó tan claro aquello de que la música amansa las fieras. Todo un Hulk de hace 3000 años convertido en un corderito de Norit tan blandito, que parece de algodón, como el Platero de Juán Ramón Jiménez
Una auténtica demostración de como el arte nos ayuda a conocer mejor y a comprender las pasiones y las debilidades humanas. El bueno de Sansón pagó un alto precio por su debilidad, concretamente pagó la sesión de peluquería más cara de la historia, como diría mi admirado César Vidal, la broma le salió por un ojo de la cara y la yema del otro, además de pagar con su vida y la de cuanto filisteo pululaba por allí.
Cuentan que a la pobre Dalila se la vio vagando sin rumbo por las callejuelas de Hebrón y que por su mejilla se deslizaba una eterna lágrima.
Seguro que era una lágrima de cocodrilo.
O no.
¡Aaaaaaaatchís! Mierda, la alergia...
ResponderEliminarJe je, ¿lo ves?, si es que...
EliminarJejejee Yo soy de las que se duermen por las esquinas... Mira que me gusta el buen tiempo, ¿eh? Pero es que me coge una modorra... Que ni te cuento.
ResponderEliminarGran entrada ;) Y estaremos alerta de los Dalilos y las Dalilas que podamos encontrar XD
¡Saludos! :)
Saludos Carmen, queda claro que la primavera sólo trae riesgos. Gracias por comentar.
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