"Hay que ver cuantas cosas no necesito"
Ortega y Gasset, ante el escaparate de un centro comercial.
Hace poco se publicó, como viene sucediendo anualmente desde 1986, la popularmente conocida como Lista Forbes de las personas más ricas del mundo y, nuevamente, como viene siendo habitual desde entonces, compruebo que este año tampoco aparezco en ella. Y eso que, dada la modestia que me caracteriza, siempre comienzo a escrutarla por el final, pero nada. La sorpresa, la incredulidad y la indignación de los primeros años han dado paso irremisiblemente a la resignación, para mí ya se ha convertido en un ritual comparable al de comprobar semanalmente los resultados de la bonoloto, ritual que culmina con una profunda inspiración y una flemática y a la vez altiva pose, mitad desprecio, mitad indiferencia más absoluta. Dignidad, ante todo.
Y hablando del vil metal, he aquí una de las canciones más representativas de uno de los grupos míticos del metal español, Obús, que con Barón Rojo, Leño, Panzer, Ñu, Asfalto, Muro, Santa y alguno que me dejo en la memoria, fueron partícipes de la que muchos consideramos como la etapa más gloriosa de la música española. Tras sucesivos abandonos y separaciones, nuevos experimentos con nuevas bandas y un sinfín de peripecias, Obús vuelve a formarse con algunos cambios y por ahí andan aún dando guerra aunque, en mi modesta opinión, para mayor gloria de la expresión cualquier tiempo pasado fue mejor.
"Dinero, dinero."
Dinero, dinero
en mi cabeza constante estás,
dinero, dinero
compras o vendes con intereses.
Nunca podrás cambiar
mi marcha ni mi juego,
nunca podrás cambiarme,
nunca, nunca, podrás cambiar.
Construyes, destruyes
el Universo con tu poder,
rehuyes, intuyes
vientos suaves o de huracán.
Nunca podrás cambiar
mi marcha ni mi juego,
nunca podrás cambiarme,
nunca, nunca, podrás cambiar.
Dinero, dinero...
Con el hechizo de tus bienes
has intentado atraparme,
eres como lobo astuto
intentándome atrapar.
Dinero, dinero
en mi cabeza constante estás,
dinero, dinero
compras o vendes con intereses.
Nunca podrás cambiar
mi marcha ni mi juego,
nunca podrás cambiarme,
nunca, nunca, podrás cambiar.
Dinero, dinero...
...nunca, nunca, podrás cambiar,
nunca, nunca, podrás cambiar.
El dinero no da la felicidad. Seguramente, yo estoy casi convencido y no me importaría comprobarlo del todo, más que nada para reafirmarme en ese convencimiento. Frase, por cierto, que siempre se le oye a quien no anda precisamente con lo puesto. Aunque algo tiene que dar porque escasean los ricos que reparten sus fortunas para comprobar si en el extremo opuesto se esconde el ansiado nirvana. Siendo justos, también hay muchimillonarios que donan enormes cantidades para fines benéficos, benditos sean, incluso quienes lo hacen porque hacerlo les sale más rentable.
Creo que fue Saramago quien dijo que mientras el dinero signifique poder no tiene sentido la democracia; aunque no comulgo mucho con el pensamiento de don José (sí disfruto enormemente de su forma de escribir) en esta ocasión no puedo estar más de acuerdo con él. El dinero es la cosa más antidemocrática que existe. En él (con él) se pueden buscar comodidades, deseos, ilusiones, sueños, compañía, soledad... pero buscar la felicidad en el dinero... Aunque peor aún es creer que la has encontrado. Como canta Joaquín Sabina en "Pobre Cristina" (Onassis): Era tan pobre que sólo tenía dinero. Y no es de Sabina el tema que os dejo a continuación, sino de uno de sus amigos, el músico asturiano Víctor Manuel con una de sus primeras canciones, que para mi gusto son, con mucho, sus mejores temas, "El mendigo".
"El mendigo"
A mi puerta llegó sonriente un mendigo,
tembloroso y feliz una mano extendió,
dos monedas le di y con gesto tranquilo
preguntó ¿eres feliz? No lo soy, buen amigo.
¿Qué te pasa Manuel, si eres joven y rico,
y una linda muchacha suspira contigo?
No lo puedo saber y me siento aturdido.
Pues despierta Manuel, vamos, vente conmigo.
Será la luna compañera de tus sueños,
serás muy rico con los sueños más pequeños.
No sé, no sé. No sé que hacer...
Seremos libres como flores en el campo,
saber que nadie tu fracaso está esperando.
Será mejor. Mejor me iré.
He aprendido a rezar y a buscar los quejidos
de la vieja guitarra que vive conmigo.
He aprendido a soñar y temblar aterido
en las noches tan largas del invierno frío.
Y en las noches sin luz, cuando quema el rocío,
una estrella que pasa me llama... mendigo.
Dice el refrán: "Cuando el hambre entra por la puerta el amor sale por la ventana". Y dice la canción: "Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor". Y yo digo: pierde la salud, pierde tus bienes y si quien suspira contigo sigue a tu lado, no lo dudes, has encontrado el Amor de tu vida".
Veamos, un tema heavy, una canción de autor, y como en la variedad está el gusto, a continuación os dejo una de las más famosas canciones de la llamada copla española, "La bien pagá", interpretada por quien mejor lo sabía hacer, el cantante malagueño Miguel de Molina.
"La bien pagá"
Ná te debo, ná te pido
me voy de tu vera
olvídame ya,
que he pagado con oro
tus carnes morenas
¡no maldigas, paya!
que estamos en paz.
No te quiero, no me quieras,
si tó me lo distes
yo ná te pedí.
No me eches en cara
que tó lo perdiste
también a tu vera
yo tó lo perdí.
Bien pagá
si tu eres la pien pagá
porque tus besos compré
y a mi te supistes dar
por un puñao de parné
Bien pagá, bien pagá,
Bien pagá fuiste mujer.
No te quiero, quiero a otra
no creas por eso
que te traicioné.
No cayó en mis brazos
me dio solo un beso,
me dio solo un beso
que yo no pagué.
Na te pido, ná me llevo
entre estas paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te di y me distes
y esas joyas que ahora
pá otro lucirás.
Bien pagá
si tu eres la bien pagá
porque tus besos compré
y a mí te supistes dar
por un puñao de parné
Bien pagá, bien pagá
bien pagá fuistes, mujer..
Sí quieres hablo con mi amigo Amancio, a ver si puede hacer algo, pero ya tendría que ser para el año que viene. Que tengas buen fin de semana, yo me piro a mí isla...
ResponderEliminarJi ji ji, no, si es que el que sabe, saba.
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