14 de febrero de 2012

Flechazos... de plomo.

"La música es amor en busca de palabras."
Sidney Lanier, poeta, ensayista y músico estadounidense.




     De nuevo es San Valentín, o Día de los Enamorados, día de regalos y cenas románticas en que las felices parejas conmemoran que ese angelito llamado Cupido les haya atravesado el corazón con una de sus saetas de punta dorada. Eso porque le encontraron en un día bueno, porque al niño alado, que cuando quería era un poco cabroncete, había que echarle de comer a parte, vamos, que era un hijo de su madre. Resulta que ésta (Venus) le había regalado unas flechas con punta de oro, que concedían el amor instantáneamente, y otras con punta de plomo, que provocaban el más profundo rechazo e indiferencia. Y para las víctimas de estas últimas, el día de hoy ha de ser, sin duda, una larga y aciaga jornada de gran dolor y tristeza, o quizá, en el peor de los casos, de melancólicos pensamientos recordando los hermosos momentos vividos con aquel amor que, por una causa u otra, les fue arrebatado.
     ¿Quién no conoce a alguien que vive o ha vivido los sinsabores del desamor? Unos se hartaron de despertar bellas durmientes que cuánto más dormían más bellas les resultaban; otras se cansaron de besar príncipes que no tardaban en convertirse en ranas; los más agotaron su amor de tanto usarlo; también están los que no se emparejan en defensa propia, dicen; y quienes esperan y esperan en eternas jornadas de puertas abiertas, pero ven que nunca acaba de llegar quien merezca tanto pedigrí, y hasta hay quienes se defienden con un ¿yo, para vestir santos, pudiendo desvestir diablos, que hay más y son más divertidos? Eso sí, casi todos ellos se esfuerzan en gritar a los cuatro vientos lo bien que se lo pasan y lo felices que son siendo singles, que así se hacen llamar ahora. No lo vamos a dudar. No.

     Y a todos ellos, especialmente, les dedico una de esas piezas que, aún formando parte de una composición mayor, son en sí mismas obras maestras ya con vida propia. Bellísima:

'Vedrò con mio diletto'

Vedrò con mio diletto
l’alma dell’alma mia,
il core del mio cor 
pien di contento.
Vedrò con mio diletto
l'alma dell'alma mia,
il cor di questo cor,
pien di contento.
E se dal caro oggetto
lungi convien che sia,
sospirerò penando
ogni momento.
Veré con mi amada
el alma de mi alma,
el centro de mi corazón 
lleno de felicidad.
Veré con mi amada
el alma de mi alma,
corazón de este corazón
lleno de felicidad.
Y si del ser amado
he de estar lejos,
suspiraré lamentando
cada momento. 
      Il Giustino, última ópera compuesta por el maestro veneciano Antonio Vivaldi allá por 1724 y a la que pertenece este bellísimo aria en el que el personaje de Anastasio se lamenta profundamente ante la imposibilidad de estar al lado de su amada Arianna, capturada por su enemigo Vitaliano. He aquí una muestra más de la sublime capacidad de Vivaldi de poner en escena los sentimientos humanos, amor, maldad, odio, celos, traición... de tal manera que es casi imposible salir de cualquiera de sus representaciones con el alma intacta. 

     Y si además la interpretación vocal corre a cargo del prodigioso y joven contratenor francés Philippe Jaroussky el torrente emocional será, sin duda, muy difícil de contener, sobretodo para aquellos que tengáis en este día la sensibilidad a flor de piel. Os aconsejo tener a mano una buena cantidad de ese líquido elemento llamado agua, hay un serio peligro de deshidratación o, en el peor de los casos, de que acabéis como la joven Biblis, con cuya imagen he decorado el vídeo anterior y que ahora os vuelvo a reproducir en gran formato para que la ampliéis haciendo click en ella y podáis admirar y disfrutar a lo grande de esta preciosa pintura de William-Adolphe Bourguereau.

'Biblis'
(William-Adolphe Bourguereau)
     Cuenta la leyenda ('Metamorfosis' de Ovidio, poeta romano) que a la joven Biblis, perdidamente enamorada de su hermano gemelo Cauno, se le rompió el corazón al darse cuenta, mediante un sueño, del verdadero significado de su amor, que ella creía algo completamente natural. Biblis le confiesa a Cauno su amor por él,  pero éste la rechaza y huye lejos. Ella le busca desesperadamente por lejanas tierras, hasta que cae agotada sobre la hierba y desconsolada llora tan amargamente que acaba convertida en una fuente que lleva su nombre. Una fuente hecha de lágrimas que las Náyades, o ninfas del agua, hicieron posible que no se secara jamás, testimonio perpetuo de un dolor infinito.


'Cupido y Psique'
(William-Adolphe Bourguereau)
  Estoy pensando, con cierto remordimiento, que antes quizá fui un poco duro con el pobre Cupido, porque al fin y al cabo, él también fue víctima de su propia medicina. Y es que la antigüedad había muchos dioses, tan justos y rectos como caprichosos y retorcidos. Me río yo de los culebrones sudamericanos cuando descubro las tremendas vicisitudes que tuvieron que sufrir el travieso Cupido y su amada Psique, narradas por Apuleyo en su obra 'El asno de oro' o 'Metamorfosis'. No dejo de recomendaros que busquéis 'Mito de Cupido y Psique', pasaréis un buen rato entretenidos -cuidado que engancha, como los buenos seriales-, y que hagáis click en la imagen para ampliarla. Tan sólo os desvelaré que tan apasionante historia tiene un final eternamente feliz, como debe ser.

     Creo que si al pobre angelito le aplicamos como atenuante el tremendo estrés al que fue sometido le podemos absolver de toda culpa. Tal vez se muestre tan contento y agradecido como para olvidarse del plomo por siempre jamás. 

O no.





































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