"Cuando no se encuentra descanso en uno mismo, es inútil buscarlo en otra parte".
François de La Rochefaucauld, escritor francés del s. XVII.
-¡Que pase el siguiente, por favor!
-Buenos días doctor.
-¡Hombre, Vd. por aquí de nuevo!, a ver, dígame, ¿qué le ocurre ahora?
-Pu.. pues verá doctor...
♫♪
"Óigame Doctor,
yo vengo a consultar
pues tengo unas molestias
y me empiezo a preocupar.
Óigame doctor,
no sé qué voy a hacer,
la vista se me nubla
y me siento desfallecer." *
♪♫
(-¡Enfermera, anule todas mis visitas!).
Bien, será mejor que nos pongamos cómodos, túmbese aquí, por favor; relájese, respire hondo y... cuénteme.
-Doctor... yo...
...en ocasiones veo Música.
-Ya, bueno; querrá decir que escucha música, y si así es...
-¡No, doctor!, le he dicho lo que quería decir: ¡veo Música!
-Ya. ya, ya; y dice usted que sólo en ocasiones.
-Bueno, así empezó la cosa, pero ahora ya es casi...
♪♫
"...en todas las ocasiones.
Tengo de subir al árbol,
tengo de coger la flor
y dársela a mi morena
que la ponga en el balcón." *
♫♪
(*) Fragmento del 'Asturias Patria Querida', de Ignacio Piñeiro..
¡¡¡¿LO VE, DOCTOR?!!! Pues así todo el santo día...
Desde que me despierto bien temprano, eso suponiendo que en realidad haya estado dormido, porque ni siquiera ya en la oscuridad más absoluta, en los acogedores brazos del buen Morfeo, me libro de tan extraño trance. ¡O viceversa!
-¿Perdón?
-¡Sí!, ¿y si fuera al revés; que en realidad esté profundamente dormido y esto no sea más que un sueño?
Un sueño, sí, sueño, no pesadilla, no..
Un sueño en que Todo es Música...
desde el despertar de una ciudad que se va desperezando poco a poco hasta convertirse en un estruendoso tutti orquestal, hasta la más apacible de las serenatas que la sabia Naturaleza interpreta como nadie sabe, desde que Todo relevó a la insondable oscura y silenciosa Nada, y todo lo que hay en ese Todo, colores, sabores, texturas, sonidos y visiones, todo lo convierto en Música; y no sufro por ello, ¡al contrario!, es magnífico, pero de tan extraño comportamiento, temo ir perdiendo la razón, casi inconscientemente...
¡Dígame doctor!, ¿qué me pasa?, creo que...
♪♫
"...me estoy volviendo loco,
me estoy volviendo loco,
me estoy volviendo loco
poco a poco, poco a poco..."
♫♪
(*) Fragmento de 'Me estoy volviendo loco', del dúo Azul y negro.
-Basta, tranquilícese buen hombre, lo suyo es un claro caso de musicopatía episódica adquirida, seguramente causada por esa excesiva pasión que siente por el mundo de la música y que tantas veces le he aconsejado moderar. Seguimos sin hacerle caso al doctor y así pasa lo que pasa. Bien, veamos, no se preocupe, aún estamos a tiempo, pero ¡por favor!, siga mis instrucciones al pie de la letra; verá le voy a prescribir algo que...
¡Oh, pero qué desconsiderado soy! He vuelto a empezar un post sin antes saludar a mis amantísimos amigos y lectores, qué falta de cortesía, espero que podáis disculparme; sirvan como atenuantes las preocupaciones, desvelos y neuras que últimamente me depara la vida. Como os estaba contando, he ido al médico; sí, otra vez, pero tranquilos, no os preocupéis, que ya está todo solucionado.
¡Ah, claro!, querréis saber qué mágica receta me prescribió, mi ya amigo, el buen doctor, ¿verdad?
¡¿Verdad?!
¡¡¡¿Verdad, que queréis saberlo?!!!
-¡Ehhh, sí, sí, queremos, queremos...!
¡BACHCACIONES!

La verdad es que el gran Bach -el arquitecto de la música- y yo teníamos una cuenta pendiente, me resultaba muy difícil acercarme a sus obras, quizá debido a su complejidad, así que me ha venido de perlas tan recomendable tratamiento.
Quizá ya sepáis que el compositor que siempre asocio, ya instintivamente, a la palabra alegría es Vivaldi, pues bien, para acompañar la dicha que siento en estos momentos he elegido una versión adaptada -y dicen que mejorada- para órgano por Bach de una obra del genio veneciano compuesta en 1711 e incluida en el L'estro armonico, el Concierto para 2 violines en la menor RV 522. He aquí, pues, el resultado de dicha adaptación; yo no me atrevo a decir que es mejor, simplemente, desde la sencillez, diré que es diferente:
"Concierto para órgano en La menor, BWV 593"
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Ferdinand Klinda |