"¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar".
Robert Browning, poeta inglés del s. XIX.

Sábado, 7 de junio de 2014.
Según una tradición popular al 6º aniversario de boda se le denomina BODAS DE HIERRO, llevando implícita la innecesaria recomendación a los felices contrayentes de hacerse mutuamente un regalo de eso mismo, 'de hierro'.
Según una tradición popular al 6º aniversario de boda se le denomina BODAS DE HIERRO, llevando implícita la innecesaria recomendación a los felices contrayentes de hacerse mutuamente un regalo de eso mismo, 'de hierro'.
Pues bien, en eso estamos, de celebración, que uno se encuentra en tal trance, como cada año por estas fechas.
Un regalo de hierro..., ¿de hierro?... ¡de Hierro!:
¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Todas las cosas que son, son hermosas
aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
que pasan rozando las vidas y nunca retornan.
"Recuerdos" (fragmento), de José Hierro.


¿Cuántos años atesoraban entre los dos? Muchos para los espectadores, pocos para los protagonistas, aunque, viendo la humildad que desprendían en cada gesto me atrevo a pronosticar su respuesta: los suficientes. ¿Y cómo se conocieron? Quizás de toda la vida, de guajes, vecinos nacidos en la misma aldea y se criaron entre juegos y cánticos de infancia, descubriendo poco a poco la vida, ganando experiencias a medida que se iban perdiendo inocencias; o quizás no, quizás se conocieron por casualidad, quizás porque un destino hasta entonces grisáceo y de conciencia remordida, tuvo la deferencia de vestirse de colores justo cuando más lo necesitaban...
'Diendo camín de La Pola'.
Diendo camín de La Pola / Yendo de camino a La Pola
sentí cantar y canté. / Oí cantar y canté.
Sentí cantar un xilgueru / Oí cantar un jilguero
col so cantar m'animé. / con su cantar me animé.
Canta, canta xilguerín / Canta, canta jilguerín
diremos los dos cantando. / Iremos los dos cantando.
Canta tú que tienes gracia, / Canta tú que tienes gracia,
la mía se ta acabando. / la mía se está acabando.

Quizás acabaron bajando a Gijón en busca de un futuro más prometedor para los hijos que habrían de llegar; con suerte, en la naciente industria de la villa, algo habrá, muyer, que óyense coses de unes fábriques, de astilleros y altos hornos, y si hay que echase a la mar..., ¡ay!, no, a la mar no lo quiero yo pa ti..., pos entós pa la mina...
'El abuelo Vítor'.
Sentado en el quicio de la puerta,
el pitillo apagado entre los labios,
con la boina calada y en la mano
una vara nerviosa de avellano
que recuerda su frente, limpia y clara,
quizás la primavera deshojada,
el olor de la pólvora mojada
o el sabor del carbón mientras picaba.
El abuelo fue picador allá en la mina
y arrancando negro carbón quemó su vida.
Se ha sentado el abuelo en la escalera
a esperar el tibio sol de madrugada,
la mirada clavada en la montaña,
es su amiga más fiel nunca le engaña.
Temblorosa la mano va al bolsillo
rebuscando el tabaco y su librito
y al final como siempre murmurando
que María le esconde su tabaco.
El abuelo fue picador allá en la mina
y arrancando negro carbón quemó su vida.

Tú y yo de mayores. Pues claro que sí, no necesitamos mucho más. Menudo ejercicio de nostalgia de futuro. De un futuro que vemos acercándose cada vez más rápido, que leemos en nuestro libro de los sueños, ilustrado con bucólicas imágenes de casas, bosques, gallinas, huertas e interminables y verdes prados...
'The meadow'.


Y, vosotros, mis queridos visitantes, ahora he de dejaros, se acerca el crepúsculo y, como comprenderéis, tengo algo que celebrar, sed felices.
-¿Habéis oído eso? Parecía un grito agónico, un lamento lejano..., no sé, seguramente habrá sido el viento...
O no.
Continuará...
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