"La música es para el alma lo que la gimnasia para el corazón".
Platón, filósofo de la Antigua Grecia.
Hola visitantes, hoy 22 de noviembre se conmemora la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Y digo 'es' porque casi debería decir 'fue', y es que el día se me ha ido de las manos, ¡ay, cuánto estrés!, me río yo de las desventuras del agente Jack Bauer, protagonista de la serie '24', cuya 5ª temporada estoy entreviendo mientras escribo este mini-post; lo suyo es un juego de niños.
Santa Cecilia, de Carlo Saraceni |
Mea culpa, sí, para variar. Me ocurre a menudo por andar improvisando por la vida en lugar de adelantarme a los acontecimientos, como sería menester en pos de un trabajo bien documentado y mejor resuelto. Lo cierto es que me enteré de tan feliz onomástica esta misma mañana, más aún os diré -pero no se lo contéis a nadie- que hasta esta mañana estaba convencido de que la patrona de los músicos era... ¡Santa Tecla!
En fin, ya haré penitencia, así que vamos al grano, que no es ni más ni menos que felicitar y agradecer a todos aquellos que, de un modo u otro, se dedican a la creación, interpretación y divulgación de la música. De TODA la música, aunque aquí predomine mayormente -que diría 'el Fiti'- la clásica, menos popular, pero sólo eso, y cada vez menos 'menos popular'.
Fueron muchos los compositores que dedicaron alguna de sus obras a Santa Cecilia, lo cual es bastante lógico, pero en la discoteca de un servidor no duerme ninguna de ellas, así que hoy, tras mucho divagar entre contratiempo y contratiempo, me he decidido por ofreceros una de esas piezas que gustan a casi todo el mundo: un vals. Dedicado también a todos aquellos que amamos la música, la música que nos cura el alma, que nos arranca emociones, que nos acompaña siempre, en los buenos y en los malos momentos por ese sinuoso y difícil pentagrama que llamamos vida. Bailemos con ella, bailemos con la música:
'El Danubio azul'
El más famoso de los valses, al menos de los muchos que compuso su autor el austriaco Johann Strauss II. 'El bello Danubio azul', que tal es su título original, fue compuesto en 1867 por encargo y tras un primer estreno que no estuvo a la altura de lo esperado -la dichosa política- fue el propio Strauss quien la dirigió en la Exposición Universal de París, obteniendo, por fin, un éxito ya imparable. Se dice que para los austriacos es su segundo himno nacional y, especialmente, en Latinoamérica es rara la boda en la que los felices contrayentes no inicien el baile con este bello vals.
Personalmente lo guardo en la memoria asociado a aquel maravilloso paseo espacial que el gran Stanley Kubrick nos regaló a todos los fans de su '2001, una odisea en el espacio', de 1968. Imagen y sonido de una belleza plástica conmovedora.
Tanto que apetece dar un paseo espacial de esos.
Así que, con vuestro permiso...
Bueno, es casi medianoche y aqui afuera habrá unos -4º C.
Si os apetece...
no será espacial, pero seguro que será un paseo muy especial.
¡Hasta podríamos bailar!
O no.
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